viernes, 25 de febrero de 2011

Nunca Codicies el Bien Ajeno...


Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un sabroso pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo.

Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su supuesto compadre.

Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, sólo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente.

Moraleja: Nunca codicies el bien ajeno, pues puedes perder lo que ya has adquirido con tu esfuerzo.



Si bien no es nuestra intención el que nos veamos reflejados o identificados de manera alguna con el perro de la fábula de hoy, no cabe duda de que muchas veces añoramos el "pasto" al otro lado de la cerca y nos hemos visto tentados a abandonar nuestra herencia por probar la de otro.

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