jueves, 22 de julio de 2010

Asesinato de Vianka La Gorda sigue en el limbo.


10:49 A.M.

Vienesa Cesarina Capellán Pérez se movió entre faldas, drogas y placeres, pero acabó sus días en medio de una lluvia de balas: el “peine” entero de una metralleta Uzi disparada desde una yipeta que ahora se sabe era propiedad de José David Figueroa Agosto.

Del nombre de pila de la víctima muchos de sus clientes del círculo exclusivo de Santo Domingo, probablemente nadie se recuerde, ni siquiera los investigadores de Homicidios que a los siete meses después del asesinato “ninguna pista tienen del hecho”, como declaró m en ese entonces el vocero de la Policía Nacional, general Nelson Rosario.

Aquella mujer agonizante, impactada de cuatro tiros (19 dieron en la carrocería y otros tantos destruyeron los cristales del vehículo que conducía) llegó con vida a la clínica Abreu -ella misma manejando- tras ser atacada en la avenida Independencia, a las dos de la madrugda, en las inmediaciones del Banco Agrícola, cuando se dirigía su apartamento, el 6 de diciembre de 2008.

En realidad, era “Vianka La Gorda”, el “dealer de mujeres” más conocido entre políticos, empresarios, peloteros, generales, coroneles, artistas, legisladores, narcotraficantes y hasta productores de televisión, quienes la llamaban más íntimamente “La Gorda Gozona”. Por su obesidad, y más aún por el trabajo de proxenetismo que asumió luego de salir de Santiago, difícilmente a muchos clientes de los negocios de Piantini y Naco se les pueda borrar de la memoria el nombre de “Vianka La Gorda”, a pesar de que nadie ha sido investigado por el crimen y, mucho menos, procesado.

Pero la perversidad humana es así. Nadie se acuerda del “arbol caído” no obstante la sombra que alguna vez le brindara. Por “Vianka La Gorda” muchas jovencitas “lighs” hoy exhiben apartamentos, vehículos de lujo y disfrutan de una que otras pertenencias más por vender sexualmente sus cuerpos y caricias. Todo gracias a esa celestina, hoy olvidada en una tumba rodeada de malezas y con una cruz de palos en el cementerio municipal de Santiago, que hizo de su labor de proxeneta uno de los más codiciados círculos de la prostitución de la clase alta del Distrito Nacional.

En vida, el celular de “La Gorda Gozona” no paraba de sonar. Cuando no eran hombres, eran mujeres, solicitando sus servicios. A veces, recuerda Juana, una de sus amigas, ella no quería ir a los cafés y nights clubes del Piantini, “pero eran tantos los ruegos para que buscara “una estrellita” o un “hombre con dinero, ¡ay porque mira que hoy no tengo un chele!”, que después de las doce de la noche tenía que desplazarse desde su apartamento hacia los lugares donde las requerían.

La demanda de servicios de “Vianka La Gorda” cada vez era mayor, aunque en esa misma medida aumentaban sus ofertas y, por vía de consecuencia, sus ganancias, que ya no sólo incluían dinero en efectivo -en dólares o en pesos- sino, también, fines de semana pagados en hoteles del interior, vestidos, joyas y vehículos.

En ese círculo conoció al “arquitecto” Cristian Almonte, una de las identidades falsas de Figueroa Agosto, quien pasó a ser uno de sus clientes preferidos por lo “generoso” en el pago. Fue, entonces, cuando entre sus amigas se pusieron en boga las liposucciones, y hasta la misma Vianka expresó el interés de hacerse una cirugía estética “porque estoy muy gorda, y ya casi no quepo en la ropa”.

Habría abusado “confianza” de agosto

A todas las mujeres “Vianka La Gorda” las metía en una lista, y una a una éstas iban pasando a las consultas del cirujano, previa garantía de pago de Figueroa Agosto. Los días de Vianka comenzaron a contarse desde que fue su amigo, César Amado Cuevas, alias Charlie fue asesinado en el interior de su vehículo, estacionado en la avenida Máximo Gómez, el 6 de octubre de 2009.

Ya para entonces, Figueroa Agosto le había declarado la guerra al entorno de Vianka, porque ésta “abusó de mi confianza” y le “tiene un rico empresario a Leavy”. (Leavy Batista Nin era la esposa de Figueroa Agosto y, aunque ya estaban separados, el boricua no toleraba que la cortejaran). Después del incidente, a los pocos días, Vianka fue atacada a tiros, minutos después de salir de uno de los centros nocturnos que frecuentaba.

Hubo un alejamiento, un disgusto, entre el ‘cliente’ y la celestina. Vianka. ¿Pero, nada más eso medió para que la mujer fuera asesinada? Nada se sabe, lo único cierto es que fue una interceptación certera: los asesinos la esperaron justo por donde la víctima tenía que pasar para llegar a su vivienda.

Herida de muerte, pudo llegar a la clínica

Tras ser herida de cuatro balazos, “Vianka La Gorda” pudo llegar, conduciendo su vehículo, a la Clínica Abreu, donde murió a las cinco de la mañana, dos horas después del atentado.

Las primeras investigaciones daban cuenta de que su muerte se trató de un simple intento de atraco, pero después se comprobó que fue una ejecución por motivos hasta ahora desconocidos. Vivía en el apartamento 403 del condominio San Marcos II, avenida Independencia 955.

Era hija de Hugo Capellán, un oficial retirado de la Policía que durante muchos años trabajó en el departamento de Investigaciones de Robos y Delitos contra la Propiedad, en Santiago, donde se le conocía como “Hugo Tolete”. Ramón Antonio Espaillat Alcántara, de 54 años, vigilante privado y testigo, relató a los investigadores que quienes mataron a la mujer dispararon desde la yipeta en marcha.

Primer caso

El primer agredido del entorno de Vianka fue Eduardo Mesa, alias Panamá, herido de bala en septiembre de 2008 en el sector El Cacique, cuando llegaba a su residencia. Su vehículo recibió 29 disparos, de los 30 de una ráfaga de metralleta Uzi. El mismo tipo de armas utilizada para matar a Vianca.

Recuperado de las heridas, Mesa se negó a colaborar con los investigadores de la Policía, y posteriormente se fue del país sin que el caso haya sido aclarado.

Las investigaciones se estancaron, y no fue hasta después de los asesinatos de la banda de sicarios cuya dirección se le atribuye a Figueroa que el crimen comenzó a ser aclarado.

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