lunes, 5 de octubre de 2009
Hampones de secuestros han burlado cerco PN
Utilizan métodos similares en abordaje de víctimas y rescate.
SD. Los cabecillas del grupo de secuestradores del estudiante Eduardo Antonio Baldera Gómez son dos hampones sindicados por la Policía Nacional con cinco plagios cometidos desde el año 2005 a la fecha, acciones delictivas de las que "de manera extraña" han logrado escapar de las autoridades aunque sus cómplices han sido arrestados. Uno de los cabos sueltos que los investigadores policiales no logran encajar en el caso del joven secuestrado en Nagua, es el procedimiento que utilizan Cecilio Díaz, (a) Mauel o Lilo Antonio Castillo y Rubén Darío Silvestre Cisnero Núñez, para escapar en las mismas narices de los expertos, aunque sus secuaces son capturados. Los captores han utilizado el mismo modelo para perpetrar sus acciones: fecha, hora, se visten de camuflaje y portan armas largas, se identifican como miembros de la Policía o la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), exigen sumas millonarias en dólares y han permanecido con sus víctimas por más de dos semanas. De sus andanzas criminales, la Policía ha establecido que Cecilio Díaz o Lilo Antonio Castillo y su grupo son los mismos que el 24 de noviembre del 2005 secuestraron al dominicano residente en los Estados Unidos, Rolando Benjamín González Reyes (El Gringo), en la urbanización Hispanoamericana, de Santiago, por el que pidieron US$3 millones de rescate. Después de permanecer un tiempo inactivo, en el año 2008, Cecilio Díaz o Lilo Antonio Castillo, supuestamente reorganizó su grupo de forajidos para, utilizando sus métodos, secuestrar al empresario de San Francisco de Macorís, Luis Lantigua Caladilla. Ambos secuestros se materializaron en el mes de noviembre, el primero en el 2005 y el segundo en el 2008; uno a las 9 de la noche y el otro a las 8; el pago exigido para liberar a sus víctimas fue US$3 millones. Después de 15 días de cautiverio González Reyes (El Gringo) fue rescatado durante un operativo realizado por la Policía en la comunidad de Hato Nuevo, Azua, en una zona "casi selvática", dentro de un hoyo, sólo cubierto con una sábana, donde sus secuestradores lo mantuvieron a la espera del pago de los US$3 millones que habían pedido a su familia.
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