Washington, 10 dic.- Conservador, mormón y rebelde. Con estas tres
palabras bien se puede esbozar el perfil del senador Jeff Flake, quien
en los últimos tiempos ha copado numerosas portadas en Estados Unidos
por haberse convertido en el principal antagonista del presidente Donald
Trump dentro de su propio partido.
“Señor presidente, alzo hoy mi voz para decir: ya basta. Debemos
dedicarnos a asegurar que lo anómalo no se convierta en lo habitual”,
con estas duras palabras, vertidas desde la tribuna del Senado, Flake
justificó el pasado 24 de octubre su intención de no aspirar a la
reelección.
El momento, que algunos medios llegaron a calificar de “histórico”,
sirvió además para dejar patente un distanciamiento de su formación que
parece ser irreversible.
A través de la cadena CNN, que emitió en directo y de forma íntegra
su intervención, los estadounidenses escucharon con estupor el mensaje
con el que este legislador de 54 años de edad defendió su decisión,
dejando entrever que no entiende cómo su partido le sigue el juego al
polémico presidente.
La confianza de Flake en su partido se había erosionado gravemente
desde que Trump, un “forastero” de la política que hace gala de querer
romper con las normas establecidas y al que no se le caen los anillos
por faltar al respeto a cualquiera que se interponga en su camino, ganó
la candidatura presidencial en 2016.
A pesar de no ser uno de los legisladores más veteranos de
Washington, el senador nacido en una pequeña localidad de Arizona cuyo
nombre rinde homenaje a un lejano antepasado de su familia, Snowflake,
siempre se ha mostrado como un defensor acérrimo de los viejos valores y
de la política más tradicional.
El respaldo de su partido a un candidato acusado de acoso sexual
parece haber sido la gota que ha colmado el vaso de este espigado
político con nariz de boxeador, que ha llegado a decir: “Si nos
convertimos en el partido de Roy Moore y Donald Trump, estamos fritos”.