CÉSAR MEDINA
En 2004 Danilo Medina dio un paso al costado para que Leonel Fernández fuera el candidato del PLD, no se desgastó en una disputa infértil con el líder del partido y asumió mansamente la jefatura de campaña cediendo un espacio ganado cuatro años antes.
Su estrategia le enajenó el apoyo de muchos de sus compañeros --incluyendo a Luis Inchausti, jefe de su carpintería electoral--, que no entendían por qué Danilo renunciaba para que Leonel volviera a la Presidencia y se consolidara como líder peledeísta.
La posición de sus seguidores más enfebrecidos era lógica, pero no razonable: la gente quería el retorno de Leonel después de la desastrosa gestión de Hipólito Mejía, pero Danilo había sido el candidato en el 2000 y se suponía que le correspondía la revancha frente a la candidatura reeleccionista del PRD.
Pero la política no está regida por ese razonamiento. Leonel garantizaba el triunfo del PLD, y Danilo se adscribió sin chistar a una corriente que imponía el sentido común y la estrategia más aprensiva. Los egos quedaron atrás y se impuso el sentido común.
Ahora el escenario se replica como si fuera calcado, pero en el sentido inverso: quien garantiza el triunfo del PLD es Danilo, pero Leonel no lo entendió y se fue a una guerra de desgaste que lo deja en tan mala situación que ya nadie puede aventurarse a predecir su futuro.
Una reacción tardía
Nadie alcanza a entender cómo un hombre tan lúcido como Leonel incurrió en una pifia que se veía de lejos. La información que me llega es que su frondoso entorno le oscureció la visión al extremo de apartarlo de su propia realidad, algo común en los liderazgos hegemónicos como el suyo.
Me consta que algunos amigos íntimos le advirtieron lo que estaba ocurriendo, pero él reaccionaba molesto y en un hecho insólito se negó a recibir a dos de ellos cuando sospechó que iban a tratarle el tema recomendándole que apoyara la repostulación de Danilo.
En los días previos a la reunión del Comité Político en Juan Dolio, el 19 de abril, uno de los más allegados de Leonel, Diandino Peña, pasó un momento desagradable cuando lo dejaron esperando por más de cuatro horas en un antedespacho de la Fundación Global.
Cuando finalmente Leonel lo recibió, era casi la medianoche. A Diandino hasta se le olvidó para qué fue a ver a su líder y amigo de tantísimos años. Para colmo, cuando empezó a tratarle el tema, Leonel ni siquiera lo dejó terminar.
Los mismos “kamikazes”
Para los auténticos amigos de Leonel Fernández ha sido doloroso verlo desgastarse en una contienda sin sentido y con resultados tan previsibles. Su liderazgo dentro del PLD se ha reducido, su imagen queda deslucida y su proyección de futuro luce incierta.
Leonel se dejó asesorar mal por gente que no termina de hacerle daño. Su bonhomía no le permite alejarse de figuras que medran en su entorno y se las ingenian para acceder a su intimidad personal y familiar y, en el peor de los casos, hablan en su nombre, chismean y le atribuyen falsos comentarios contra Danilo.
Esas debilidades humanas se han ocupado de distanciar a dos amigos y compañeros de partido que llevaban 40 años juntos.
Los kamikazes de la intriga le pusieron una venda en los ojos y obnubilaron los sentidos a Leonel.